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lunes, 29 de abril de 2013

A 25 años del levantamiento carapintada


En Semana Santa de 1987 una rebelión encabezada por el coronel Aldo Rico fue un punto de inflexión en el gobierno radical de Raúl Alfonsín como consecuencia de un problema interno de las fuerzas armadas y la ley de Punto Final aprobada en 1986.

La rebelión comenzó en Córdoba, gobernada por Eduardo Angeloz el miércoles 15 de abril de 1987, cuando el mayor Ernesto “Nabo” Barreiro se negó a presentarse ante la Cámara Federal local acusado de liderar las torturas de La Perla, el mayor centro clandestino de la provincia. “Si llaman a declarar a uno de los nuestros, nos plantamos todos”, habían acordado los oficiales unos meses antes.

La insurrección se trasladó a Campo de Mayo donde los rebeldes aparecieron con armas y sus rostros pintados ante la presencia de cámaras y miles de personas que rechazaban el accionar de los golpistas. A partir del Jueves Santo la gente marchó en diferentes ocasiones convocada por distintos medios de comunicación.

El domingo 19 de abril, una masiva manifestación en Playa de Mayo buscaba defender la democracia y frenar el accionar de los militares. Ese mismo día Rico exigió reunirse con el presidente Alfonsín quien le garantizó una solución política para los militares involucrados en los crímenes de lesa humanidad.

Fue así que Alfonsín pronunció desde el balcón de la Casa Rosada su tan conocida e histórica frase: “Compatriotas: ¡Felices Pascuas! La casa está en orden”.

Colaboración TG Post, 20.04.2012

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